Se trataba de un patio interior que
compartían dos o tres bloques de departamentos, en Lorenzo Arenas I. La
octogenaria señora Petronila encontró el amor a destiempo, claro, si acaso fuese
posible concebirlo así. Pero don Olegario lucía radiante esa mañana. Mientras
ambos colgaban su ropa interior, frente a frente en bloques distintos, no
pudieron evitar sonrojarse cuando sus miradas se encontraron. El resto lo hizo
la taza de té y la media marraqueta que compartieran al desayuno. Y claro, una
vaga historia común que ambos recordaran sin mayor esfuerzo, la de un par de
jóvenes que un día soñaron con una oportunidad como ésta, y que ellos
procurarían encarnar ahora, dispuestos a enfrentar el paso de sus años con una
última y bien ganada dosis de felicidad.
(Experimento Fallido, 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario