No sabría describir de qué manera ocurrió
Pero
todas las voces de esa marcha
Se
volvieron una frente al coro
De unas
cuantas decenas de miles de televisores
Que
amparados detrás de rostros acicalados
Y
materia gris marchita
Los
tacharon de violentistas, lumpenescos y terroristas
Aunque
los televisores fueran el terror de los cerebros
Que uno
a uno caían bajo su embrujo;
Pero
bueno, los gritos de la pobla organizada
Consiguieron
hacerle frente al monopolio de las imágenes,
Y
pronto las radiografías
se convirtieron en las mejores selfies
Y el
mundo entero pareció sonreír en su (ósea) humanidad
Cuando
aquel viejo upeliento volvió a gritar:
“¡Patria o Muerte!”.
(Una nueva forma de vida extraña, 2016)