La ciudad le pareció de un gusto miserable
Para hallar un poco de realidad
Sintió la necesidad de escarbar bajo los adoquines
Y aun así, respirar el dado smog de cada día
Se le fue haciendo levemente más pesado
A medida que las esquinas traicionaban su expectación;
Subió un día hasta una alta torre
Seguro de que el vacío sería la última
y definitiva prueba
de su levedad
Pensó en dejarse caer
Con los ojos bien abiertos
Mirando al centro del sol, desafiante
Desprenderse, al fin, de todo cuanto duele
En esta vida náufraga
Y únicamente se encontró
con que el vacío no aceptó su
sacrificio:
Una techumbre tan miserable como él
le arruinó la muerte
Y lo devolvió ridículamente al asfalto,
Para mofa de quienes a esa hora pasaban por allí.
Para mofa de quienes a esa hora pasaban por allí.
(Inédito)