Extrañamente, el público de la iglesia
pareció volver de su sopor ante el ingenuo anuncio del sacerdote. Al grito de
“amaos los unos a los otros”, procedieron a lanzarse como energúmenos, en
carnavalesca orgía, los unos sobre los otros, y enredándose todos los
asistentes a la misa en inesperados lances amorosos.
(Experimento fallido, 2015)
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