¿Cuánta lucidez es necesaria para
encontrar el amor?
Ellos lo hicieron en medio de sus
sueños
Y para más de alguno
Los sueños son lo más parecido a
la muerte:
Adictos a los estados alterados
de conciencia,
Huyeron de todo lo que oliera a
rutina,
Hartos los dos, él la invitó a
construir su propia realidad:
¿Adónde irían a parar las palabras etéreas si
no?
¡Canta tu canción espectral!
Si todos terminan por desfigurar su corazón
¿Cómo podrían condenarnos por nuestro escape
hacia la sensación?
De pronto llegó la noche. Y
entonces ella aceptó.
Aceptó seducirlo a él, con piel,
con dudas y vacíos
Con etéreas manos, tomó su brazo
Las velas de la taberna onírica
se encendieron en sus ojos
Cruzaron miradas pasajeras de lo
oculto,
de
lo perverso e inconfesable
Y dócilmente se entregaron el uno
al otro todo cuanto el sueño
les permitió;
De allí que, al despertar por
separado,
Ella en alguna residencial de
suburbio en París,
Él, en el sofá de una cantina de
Barrio Norte
Se encontraran en un mismo y
desamparado consuelo,
Y con renovados aires para hacer
frente a sus respectivas miserias.
(El sueño del mundo, 2012)
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