¿Habrase visto mejor compañera
para las noches invernales?
En el bolsillo del caminante aguarda
con su plácido y terrible sueño
el momento de reconfortar espíritus y
gargantas.
Para animarse a dar el siguiente paso
necesario
para no perderse entre la densa niebla
de las calles de Concepción
ella se ofrece gentilmente de guía.
La petaca ofrece su alma líquida
como refugio del viajero nocturno
amparando a quienes son protagonistas
de esta húmeda y asfáltica juerga.
Y se anuncia -siempre milagrosa-
como un gratificante pasaje hacia lo
incierto.
(Bosque neblinoso, 2018)
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