lunes, 20 de abril de 2020

La literatura es una terapia de transformación de la realidad


Las ganas de terminar con el encierro y la desazón que produce esta crisis sanitaria hace que muchos deseemos una cotidianeidad distinta. Pero no debemos perder el foco mirando únicamente nuestro ombligo. Hoy, el a veces tan tedioso teletrabajo es en verdad un privilegio, pues cientos de miles de personas deben seguir exponiendo sus vidas saliendo a trabajar por necesidad. Hacia ellos y ellas debe ir nuestra solidaridad, comprensión y apañe.

Para quienes tenemos el privilegio de teletrabajar, el encierro se convierte –como en el mundo de los sueños-, en un monstruo amenazante dispuesto a fagocitarnos con su monotonía y desesperación. Entonces surge la oportunidad de cambiar por un momento el paisaje de nuestra ventana por el de nuestro mundo interior. Para ello, la lectura y particularmente la escritura, pueden resultarnos muy útiles.  

Leer implica abrir la puerta a mundos posibles, imaginar realidades paralelas que pueden conectarse de una misteriosa forma con el presente. ¿Conocen el relato Continuidad de los parques de Cortázar? En él hallarán una pista.

Escribir es una forma de terapia que nos permite sanar nuestras averías interiores mediante su exposición y confrontación. Me explico: escribir nos obliga a comunicar, es decir, hacer común una realidad que necesitamos compartir, aunque sea con nosotros mismos. Y a través de aquel testimonio podemos actuar sobre nuestro mundo, concibiendo escenarios y mecanismos posibles para su modificación.  


El primer paso para transformar algo es imaginar la sola posibilidad de que sea distinto. La literatura posee la virtud de hacernos correr el cerco de lo posible. Es cuando escribimos -sea un poema en el que plasmamos un sentimiento que nos inquieta o agobia, o alguna historia que nos atraiga o conmueva-, cuando somos conscientes de dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Lo siguiente será entonces dar el paso. Atrevernos a cambiar nuestra forma de ver las cosas y decidirnos a actuar en consecuencia; de las palabras a la acción. Entonces pasaremos, necesariamente, de involucrarnos con la realidad a comprometernos con ella y con su urgente transformación.




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