Y así fue cómo decidió hablarle a las paredes
Y resultó ser que lo escuchaban mejor
Que el puñado de actores que le rodeaban
Caretas en mano, y dispuestos a sonreírle
Con la diabólica frialdad de siempre
Y claro, las paredes –enamoradas para entonces-
fueron suficientemente astutas
Como para no declararle su amor
Sino hasta aquel sísmico 27 de febrero
Cuando tuvieron completa libertad
Para al fin poseerlo.
(Inédito)
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