Como cada
noche, la veré colgar sus medias en la ventana. Volverá a hacerlo pese a las
quejas de la presidenta del edificio, que dice que así le quita plusvalía al
resto del bloque. Plusvalía, vaya cosa. Ella colgará sus medias y volverá a
ahogar su soledad en un vaso de alcohol. Se sentará en el sillón de mimbre a
ver pasar los coches por la avenida Los Carrera. En cuanto el licor haga lo
suyo, confundirá el resplandor de algún foco trasero con el paso de un cometa. Y
pedirá un deseo.
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