Mierda,
y a quién no lo ha jodido el amor. Es un mal necesario, dirán. Acaso tengan
razón, o quizás mientan omitiendo lo verdadero. Lo cierto es que amor en sus
orígenes me suena a pasillos de escuela que se hacen eternos, y a una doncella
radiante de energía cósmica que en algún lado se mofaba de mi tímido comportamiento.
Aparece algún otro par de ocasiones por ahí, casi siempre en medio de nebulosas,
algunos amaneceres, algunas alegrías, botellas vacías.
Hay
una chica que no termina de sonreír en la barra del bar, y desganadamente me
pregunto si será ella. No estoy seguro. Tal vez jamás lo estaré. Descarto cualquier acercamiento. Pero, en cambio, existe alguien que se las arregló hace un momento para estar en mis sueños. Algunos
son benignos, cómo no; otros, no tanto. Y, he de reconocerlo, hubo momentos en
que fui incapaz de trazar la barrera entre sueño y realidad y –maldita sea-,
ella consiguió gobernar aquella circunstancia.
En
fin, que quizás el amor no sea opción cuando estás así de cagado, vagando por
los bares como siguiendo un eco que solo tú puedes oír. Cuando sientes que el
mundo bien podría caerse a pedazos de forma literal y lo celebrarías,
únicamente para contemplar la farsa que es. Por desgracia, nada parece acabarse
salvo tu vida, que se consume segundo a segundo en cuadros decadentes que se
suceden unos a otros, sin mediar explicación. Hace rato que dejé de buscarlas.
El
amor, carajo. ¡Vaya droga aquélla! Que Dios me ampare en su puto y santo reino
si vuelvo a caer. Y mientras tanto, sigo concibiendo alguna verdad
entre los humos generosos de mis amigos..., y los increíbles humos de ella. Acaso creer sea una ventaja; ni
idea para quién ni por qué, pero algo pareciera arrancarme la angustia cada vez
que me decido a andar hacia adelante, sin miedo.
Se
ha de terminar esta columna y no tengo mensaje alguno que entregar, salvo el de
una queda y dulce resignación. De cualquier modo, es muy posible que el amor
sea mejor que acabar cenando junto a la desesperación y sus demonios. Confío en
que el espíritu humano finalmente aprenderá
a liberarse de trampas y espejismos, para elevarse hacia planicies
infinitas con total entrega, desprejuiciadamente, como la mente de un voladito
feliz y acaso también enamorado.
Me representa...cómo me representa....
ResponderEliminar¡Uff!
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