domingo, 3 de julio de 2016

CAVILACIONES



A Felipe
Era cierto. Había una sutil diferencia entre vivir omitiendo la mañana y esperar algo del mañana. Aquel sujeto lo comprendió mientras combatía su resaca devorando una grasienta hamburguesa Vampiro en un servicentro de Avenida Paicaví. Como de costumbre, se arrojó un puñado de chocolates a los bolsillos, a instancias del guardia, que guardó silencio, acaso intimidado por su aspecto. Salió del lugar con alguna que otra arcada dándole problemas, meditando acerca del sentido de la vida. Cuando el impertinente sol le abofeteó, decidió aplicar la antigua y olvidada moraleja de poner la otra mejilla, y sonrió a la primera chica que se cruzó en su camino.

(Inédito)


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