Dejo aquí un puñado de fotos que muestran parte de lo que se vivió el pasado jueves 15 en el evento "Poetas en el Calabozo". Una vez más la concurrencia superó con creces las expectativas y el local se nos hizo pequeño. La buena noticia es que prontito se vendrá otro encuentro que combine poesía y música. Mil disculpas por la calidad de las fotografías, pero están sacadas desde celu y sin flash, así es que solo puedo decir: "es lo que hay". ¡Gracias a quienes asistieron y a los artistas que compartieron su música y sus letras!
sábado, 27 de agosto de 2016
jueves, 25 de agosto de 2016
POETAS EN EL CALABOZO
Nuevo evento de poesía y música a la vista: "Poetas en el Calabozo". Promete ser una jornada memorable. Hoy jueves 25 de agosto a partir de las 18.30 hrs. en el Bar Calabozo, ubicado justo en la esquina de las avenidas Paicaví y Manuel Rodríguez, Conce Centro. ¡Nos vemos allí!
miércoles, 24 de agosto de 2016
CUATRO CUERPOS
Lo conocí en un asado al que me invitaron
unos amigos. Estábamos todos allí, inaugurando la casa, instalados en el patio
alrededor de una parrilla, vaso en la mano. Un tipo gordo que usaba una gorra
de color rojo, al que no conocía, empezó a hablar en un tono más fuerte que los
demás. Era como si se creyera dueño de una terrible verdad que necesitaba ser
revelada. Había conocido a muchos tipos así, que se arrogan cierto aire de
importancia, poseedores de algún secreto que los hacía únicos. Infelizmente, la
mayor parte de las veces se trató de charlatanes, cuenteros, sujetos despojados
de suficiente materia gris y con enormes carencias afectivas. Su idiotez no
tardaba mucho en quedar al desnudo. Los que necesitaban ser escuchados eran ellos
y no sus historias. En fin, decidí darle una oportunidad al de la gorra. Me
serví otro trago y escuché:
— Esto que
les digo no es para asombrarse. Se hace normalmente en todas las grandes
faenas. La historia de la construcción está llena de tipos que no han cumplido
con las exigencias del trabajo, y de capataces encolerizados que se los han
echado, y luego ordenado su lapidación y posterior emparedamiento. Trabajo con
cemento, no solo sabría cómo hacerlo, ¡llevo cuatro cuerpos en mi currículum!
A algunos se nos escapó la risa. No me
parecía tan irreal como cómico imaginar a un individuo como él en un trabajo
tan desdichado como echarle cemento a un cadáver. Él continuó ignorando por
completo nuestra incredulidad:
— A mí no me importa mientras me paguen. La
mayor parte de las veces se trata de pobres mierdas por las que nadie daría un
peso. Si no hubiesen ido a parar allí, seguro estarían debajo de un puente,
quemando basura en un latón y tragando vino en caja. Esa gente no le aporta al
mundo nada más que problemas. Llegaron a la vida cuando no quedaban vacantes.
Un par de idiotas que estaban a su lado
asentían satisfechos con el retorcido razonamiento de sujeto de gorra. Yo no
pude evitar vaciar mi vaso y mirarlo con mayor detenimiento. Entonces, poco a
poco –podría decir sorbo a sorbo- su
figura ya no me pareció tan insignificante. Lo vi llevarse una lata de cerveza
a la boca y echar un largo trago, y aunque no podría asegurarlo, me pareció
distinguir el tatuaje de una cruz gamada en su brazo derecho. Confieso que me
quedé pensando en el asunto, mi mente divagó algunos segundos, tal vez un par de
minutos. Cuando intenté volver a la realidad, la conversación era interrumpida
por risas grotescas y versaba en este tono:
— ¡Malditos
holgazanes, yo mismo ayudé a don Gerardo a deshacerse de un par de idiotas!
Ja…ja…ja. Al primero le estampé una pala en la cabeza. Para el segundo me
resultó más fácil hacer el trabajo con un martillo Ja… ja… ja. ¡Macabro secreto
tienen los edificios de Andalué! Solo en mi obra contabilicé cuatro cuerpos.
Algunos le dan un sentido de ritual, como un sacrificio humano. Yo no le doy
tantas vueltas, ¡para mí mientras menos de esos bastardos estén en circulación,
tanto mejor!
No sé si podría atribuirlo al whisky o a lo
que escuchaba, pero la cabeza me empezó a dar vueltas. Imaginé todos esos
cuerpos debajo de fastuosos edificios, niños jugando sobre tumbas de
desconocidos. Mis ojos volvieron una y otra vez al gordo parrillero nazi y a su
risa monstruosa. Decidí largarme de allí lo antes posible, y borrar de mi lista
de amigos a toda esa manga de enfermos. Llamé un taxi, me serví una última
copa, y regresé a casa para escribir todo esto.
(Fábula del buen bandido, 2013)
lunes, 22 de agosto de 2016
DESDE QUE EL MUNDO ES MUNDO
El asunto se
divide en víctimas y victimarios
No se trata de
desde dónde se mire,
Sino de qué tan
difusa pueda parecernos la historia
Y del oscuro
lugar en donde
yace extraviada nuestra memoria
Oigo gritos en
la calle
Gente corriendo
alrededor de la Plaza Condell
Pasos que vienen
y se detienen frente a mi puerta
Si hoy volviese
a ser niño éste podría ser un día tedioso
Y
nada más
Ningún
horizonte, ningún fin
Y, sin embargo,
he de escoger de qué lugar habré de estar
Cuando esa
puerta se abra y deba decidir
Entre levantar
las manos u oprimir el gatillo.
(Vapores, 2015)
viernes, 19 de agosto de 2016
SUSURROS
El paso de las
horas bien podría haber sido dulce. Pero él y su maldita insistencia en
susurrarle al oído todo aquello que no era capaz de hacer. Que no tenía agallas
y nunca las tendría. Y ella, que actuaba casi a su pinta. Casi, porque el día
en que desobedeció uno de estos susurros, le enrostró cuanta calamidad puede
derrumbar a un hombre, y acabó con él la misma tarde de lluvia en que decidió
colgarse de la rama equivocada. Tec cerrado y politraumatismo dijo el médico,
poco antes de cerrar la bolsa plástica y volver a casa dispuesto a beber como
un energúmeno. Para el doctor sería un buen viernes, a pesar de todo.
(Inédito)
miércoles, 17 de agosto de 2016
VIOLENCIA
Vi cuando
sacaron a aquel anciano
Desde la oficina
de un banco ruin
-¿hay
alguno que no lo sea?-
Engrillado clamó
por ayuda
Y hubo unos
cuantos
En el Paseo
Peatonal
Que deseamos
tener los cojones para liquidar a los lacayos
Y liberarlo
Obedeciendo a la
sabiduría del verso
grafiteado en la
muralla:
“El crimen no es quemar un banco, sino
fundarlo”.
(Manual de emprendimiento para suicidas, 2014)
lunes, 15 de agosto de 2016
LA SENTENCIA
— No tienes salida, muchacho…
Se lo dijo justo antes de ahogarlo con su
almohada. La traición se consumó en el Hospital Higueras, mientras media docena
de abuelos esperaban su turno para entrar a pabellón.
Don Matías conocía a Don Enrique desde hacía
73 años. Don Enrique no se conformó con quitarle un par de novias de liceo. Lo
mismo hizo con su mujer, a la que convenció de abandonarle junto a sus hijos,
tras dos décadas de dulce matrimonio. Y claro, Don Matías se cobró su derecho a
venganza. Lo hizo tras perdonarlo públicamente, y luego que Don Enrique
accediera a comprar todos esos boletos de lotería junto a él. Era un plan
ambicioso: dependía del azar.
Quiso el destino que los insólitos amigos le
jugaran al boleto ganador. Don Enrique lo juzgó milagroso, y confió en el
perdón a sus traiciones. Pensando en los tiempos venideros se entregó a una
alcohólica alegría, que su corazón no resistió. Un preinfarto lo mandó al
hospital, y hasta allí llegó su ‘preocupado amigo’.
— Ya lo ves, mi buen Matías, la vida nos
exige reconciliarnos…— alcanzó a musitar Enrique, antes de que el furioso
anciano ejecutara sobre él su fatal sentencia.
(Cómo matar a tu jefe, 2012)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)