Hubo una época
en la que escuchaba discos a tu lado. Bebíamos algo, hacíamos el amor. No
mentiré diciendo que éramos felices. Pero los días pasaban y no eran tan
dolorosos, salía el sol y me animaba a tener que sobrevivir algunas horas hasta
volver a verte. Era, sin lugar a dudas, una magnífica forma de pasar el tiempo.
Dos seres solitarios que se comparten y comprenden. Nunca osé pedirte más. La
noche en que te vi besándote con el sujeto equivocado no creí morir. Y sin
embargo, algo en mí desapareció para siempre. Y tuviste tú al culpa, maldita
belleza la tuya, que jamás pasaría piola, que siempre estaría allí para
drogarme entre nubes, o para condenarme al infierno con la misma dulzura. Supongo
que eres algún tipo de peste, aunque nunca me haya atrevido a llamarte así.
(Inédito, 2015)
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