La historia de “Escrito en el sol”
comienza siendo yo muy chico. Varios años después de ocurrida la tragedia, en
numerosos almuerzos y cenas familiares me tocó escuchar a mis padres, tíos y
tías comentar el caso de esos tres muchachos que aparecieron calcinados en una
playa de Buen Retiro. Por aquella época, poco o nada sabía lo que era una
secta, aunque debo reconocer que con el paso del tiempo el temita me fue dando
vueltas, al punto de llegar a sentir una gran curiosidad por este aspecto de la
conducta social humana. Las sectas. ¿Cómo diablos podían arreglárselas algunas
personas para convencer a otras de realizar las más descabelladas acciones?,
¿era posible que el ser humano llegase a semejante punto de fe ciega y
docilidad? Era espeluznante, claro, pero también fascinante.
Pasaron unos cuantos años, cuando
en un céntrico café de Concepción me tocó entrevistar al destacado dibujante
Francisco Zambrano, más conocido como “Frangles”. Fue él quien me trajo a la
memoria a aquel puñado de jóvenes que, vestidos con sus túnicas rojas,
recorrían el centro de la comuna de Coronel. “Aquel sería un buen material para
una novela”, me comentó mientras bebía su cortado.
Al poco tiempo me cruzaría con
otro personaje que acabaría siendo el protagonista de la novela. A él lo conocí
en un gimnasio, y debo confesar que lo primero que me atrajo de su persona fue
su notable calidad humana, además de ser un ex boxeador que con más de 70 años
levantaba más de 100 kilos en banca sin mayores esfuerzos. Eso, sumado a sus
delirios mesiánicos y la plena sintonía con la historia que ya comenzaba a
tomar forma dentro de mi cabeza, me llevaron a considerarlo para desempeñar el
papel principal.
Pero hay algo más. A medida que investigaba
en la vida de los muchachos fallecidos en el ritual, me resultaba imposible no conmoverme
con el desaliento que debió haber rodeado sus vidas para llevarlos a tomar
semejante decisión. Soy consciente de que existían otras hipótesis para aclarar
lo sucedido, algunas que incluso fueron fervientemente defendidas por sus
familias, como que la CNI se había hecho cargo del asunto. Sin embargo, y pese
a que dejo constancia de que SE TRATA DE UNA OBRA DE FICCIÓN, basada en alguna medida en lo ocurrido sobre
la arena de esa playa en noviembre de 1984, traté de apegarme lo más
posible a lo que indicaban los informes y peritajes judiciales ordenados en
aquel entonces como parte de la investigación.
Desde luego, la obra no se
propone aclarar el misterio. Muy por el contrario, únicamente es mi intención rescatar
del olvido este hecho no menor –el primer suicidio ritual ocurrido en nuestro
país-, y en cierta medida recoger el testimonio de estos jóvenes, que como
muchos de su generación, bajo dictadura tropezaron con la marginalidad, la
discriminación y la falta de oportunidades. En cierta medida, la figura de
André es la de un sobreviviente condenado a arrastrar el peso de su pasado,
como tantos miles de viejos chicheros que aguardan en cualquier cantina de
suburbio la oportunidad de contar su historia, que nos guste o no, también es
la nuestra.
¡Hola! Muy buena información, estuve años buscando datos sobre este insólito crimen, muy interesante todo. Espero que no te moleste que cite tu blog en algún foro donde se hable de este caso.
ResponderEliminarSaludos.