lunes, 15 de diciembre de 2014

Lanzamiento de "Los lacayos" en La Furia del Libro 2014

El pasado sábado 13 de diciembre tuvo lugar el lanzamiento de mi novela "Los lacayos" en Santiago, como parte de La Furia del Libro, la principal feria de editoriales independientes del país.La actividad se realizó en el GAM.

Me siento muy contento de haber participado ya que, pese a que fuimos poquitos, se pudo dar una buena conversa, además del hecho mismo de la difusión de mi trabajo literario. Agradezco a todos quienes asistieron, y especialmente a Ingrid Odgers, de Ediciones Orlando, por hacer las gestiones correspondientes y haber hecho posible mi presencia allí. 

Un par de cosillas respecto a La Furia: me alegró mucho comprobar la diversidad de autores y sellos editoriales presentes; buenos trabajos y, particularmente en narrativa, la fuerte presencia narrativa policial, que varios escritores emergentes parecen estar explorando. Lo otro es la gran cantidad de títulos en micro-relato, que se posiciona como un género más junto a la narrativa, la poesía y la dramaturgia.

Bueno, acá dejo algunas imágenes del evento, cortesía de mi amigo Juanito Oliva. ¡Aguante la edición independiente! 





jueves, 11 de diciembre de 2014

"Puñado de historias cotidianas con un sentido más profundo"

Artículo aparecido en Diario Concepción, entrevista luego del lanzamiento de mi segunda novela, "Los lacayos". Edición del lunes 8 de diciembre de 2014.




sábado, 6 de diciembre de 2014

"Apuesta literaria: autor local se interna en el paisaje humano de la zona"

A propósito del lanzamiento de la novela "Los lacayos", un artículo aparecido en Diario El Sur, edición del martes 25 de noviembre de 2014.


"La literatura debe aportar a la transformación de nuestra realidad"




 Escritor, periodista, estudiante de literatura y colaborador de Resumen, Oscar Sanzana Silva acaba de publicar su segunda novela, llamada “Los lacayos”, bajo el sello editorial Ediciones Orlando. Este trabajo viene a suceder a “Rituales”, que lanzara a fines de 2012.

Sanzana se declara un poeta y narrador independiente, y arremete en la escena literaria de Concepción con una novela cargada de dos de sus ingredientes favoritos: historias cruzadas que tienen como escenario la ciudad y un fuerte componente de crítica social.

"Como buena novela, ‘Los Lacayos’, habla un poco de todo. Por una parte, tienes un estudiante frustrado cuyo idealismo se estrella contra la realidad; por otra, un ejecutivo obsesionado con escalar posiciones; una esposa que descubre un engaño y decide llevar a cabo una cruel venganza, y entremedio, un par de personajes cuyas convicciones los sumergen en una paranoia constante. Es una novela que nos llama a cuestionarnos cuál queremos que sea nuestro papel dentro de la sociedad: si nos compramos el exitismo, si somos verdugos o, peor aún, simples lacayos, o bien si estamos dispuestos a actuar para que las cosas sean diferentes", señala el joven autor.

Si bien “Los lacayos” corresponde a su tercer libro publicado en una editorial, Sanzana tiene a su haber una serie de poemarios que corresponden a autoediciones rústicas. Entre estos se destacan “El sueño del mundo” (2012), “El último infierno” (2013), “Trayectorias” (2013) y “Manual de emprendimiento para suicidas” (2014). A todos ellos es posible acceder de manera gratuita a través de su blog (http://sanzanasilva.blogspot.com).



Oscar Sanzana Silva dice ser muy crítico frente al panorama literario actual, apuntando sus dardos a las editoriales transnacionales. “Lo que tenemos mayoritariamente son obras inofensivas, timoratas, que poco o nada aportan a la que, creo yo, debe ser la función de la literatura y el arte en su conjunto: convertirse en una fuerza transformadora de la realidad”, señala, agregando que “las editoriales grandes prefieren replicar viejas fórmulas de venta, las obras se publican con un estudio de mercado detrás, y eso es nefasto”. 


Literatura desde los territorios

El autor de “Los lacayos” sostiene que se siente parte de una generación literaria que parece florecer al margen de los grandes proyectos editoriales. “Me siento mucho más cercano a una literatura que aspire a ser una crónica desde los territorios, una literatura capaz de acompañar un proceso de reencuentro de ideales, diverso y colectivo. Hoy en día y poco a poco hay varios poetas, narradores y dramaturgos jóvenes en Concepción que estamos convergiendo, que nos estamos encontrando, y eso claramente es un buen síntoma, porque no hay cambio social posible que no pase también por un cambio cultural”.

La novela “Los lacayos” es posible encontrarla en la librería “Jota Libros”, de la Diagonal, a pasos de la Plaza Perú, en la Galería Zaguán (Rengo 125), o tratando directamente con el autor, al correo: osanzana@gmail.com .
 
(Artículo aparecido en Periódico Resumen, edición de diciembre de 2014)




LANZAMIENTO DE LA NOVELA "LOS LACAYOS"

Salió todo muy bien. Buen público, buena conversa, buen vinito. El pasado martes 25 de noviembre tuvo lugar en Concepción (Galería Zaguán) el lanzamiento de mi segunda novela, a la que había dedicado algunas líneas en este mismo blog con anterioridad.

Puedo decir que "Los lacayos" ha tenido bastante buena recepción, y en términos de difusión, también estoy más que conforme. No todos los días los escritores tenemos tribuna en radio, diarios e incluso en un matinal, así es que todo bien por ese lado. 


2014 ha sido un año difícil, pero se despide de muy buena forma. Agradezco a todos quienes nos acompañaron en el lanzamiento, en especial a Ingrid Odgers, directora de Ediciones Orlando, a mi colega y amigo Gabriel Meza, y por supuesto, a la gente de Zaguán por la buena onda. Quedó pendiente la lectura de algunos poemitas del "Manual de Emprendimiento para Suicidas", pero seguro que este 2015 será prolífico en encuentros y lecturas.  

Acá les dejo algunas "capturas" del evento (gentileza de Zaguán):


domingo, 9 de noviembre de 2014

Fealdad



Su primer encuentro con lo feo se produjo cerca de los siete años. Eso decían los recuerdos, al menos. Acompañó a su padre a una librería y entonces se topó con ello. La cubierta de una novela de samuráis se transformó en el primer verdugo de algunas noches de su niñez. No pudo evitar despertarse de madrugada y creer divisar en la oscuridad el horroroso rostro de aquel guerrero nipón que tanto lo impresionara. Una despiadada abyección recorría cada surco de su cara, y le pareció que tarde temprano se hallaría frente a él, y que entonces le habría llegado su hora. 
              La segunda experiencia lo marcó de tal manera que se creyó perdido. Solo el tiempo pudo remediar en algo su miedo, hasta devolverle la normalidad. Sin embargo, se convenció de que cuando contemplara una tercera Gran Fealdad como esa, no se repondría. Se trató de su primera novia, cuando tenía algo así como diecisiete. Se tomó el asunto muy en serio. Se hizo amigo de sus suegros, habitué en casa de su amada, y tres veces estuvo a punto de perder su carrera universitaria por amor. O mejor dicho, por calentura. Porque él ignoraba por completo que a su novia no le bastaba con las dos sesiones semanales de amor.  El encontrársela desnuda en la cama de su hermano mayor fue algo realmente feísimo. La insultó a lo largo y ancho de toda la Remodelación Paicaví. En uno de sus jardines, consiguió que ella se arrodillara suplicándole perdón,  solo  para  tener una última fotografía antes de abandonarla bajo la intensa lluvia. 

La tercera vez que pasó por algo semejante, la cosa anduvo un poco más lenta. Para cualquier ser humano, aceptar una derrota tan dolorosa no resulta tarea fácil. Fue arriba de una micro Rengo-Lientur. Volvía a su casa agotado luego de un turno de noche en una industria de Hualpén. Cuando estaba a punto de quedarse dormido en su asiento, la micro se detuvo en un paradero de Avenida Chacabuco y coincidió con que le dio el semáforo en rojo. Esto hizo que tuviera todo el tiempo del mundo para fijar su atención en un hombrecito de lentes, de mirada algo extraviada, vestido desaliñadamente, y que cargaba una enorme mochila en sus espaldas. De inmediato, reparó en el rostro del sujeto. Aquella expresión reflejaba no solo el cansancio de portar por largo rato el peso de esa mochila. Había algo más. Detrás de los lentes, esos ojos ocultaban una llamarada de rencor. Profundo rencor hacia una vida que lo había reducido a eso. Supuso que en otro tiempo este hombre había soñado con ser otro, y que había sido la vida la que se encargó de barrer con sus expectativas, reduciéndolo a lo que era ahora: una cosa fea, peor incluso que el samurái.
La micro reanudó su marcha, pero la imagen del sujeto del paradero se las arregló para hacerse indeleble dentro de su cabeza. Sin embargo, no constató la fealdad sino hasta la mañana siguiente. Cansado por el nuevo turno y con el peso del trasnoche a cuestas, no pudo evitar mirarse un poco más de lo normal en el espejo tras lavarse la cara. Entonces lo descubrió. Sus ojos poseían una expresión flamígera y rencorosa similar a la de aquel individuo. También él había soñado con ser otro. Domesticado, explotado y exprimido, los días en los que se pensó libre, dueño de su vida, con la posibilidad de dejarlo todo y volver a empezar una y otra vez, se habían marchado para siempre. La vida se las arregló para atraparlo, y hacer de él también una cosa fea. Herido y desesperado como estaba, usó un frasco de perfume para quebrar el espejo en varios puntos. Luego se tumbó sobre la cama y se echó a llorar, como un condenado a muerte.



(Destrozado y maligno, 2013)


lunes, 29 de septiembre de 2014

Arriba de la micro

   Me encuentro algo perdido. Necesito tomar una micro y no recuerdo exactamente cuál es la que me sirve. Sin minutos en el teléfono y con el extraño deseo de hacerme invisible por unos instantes, con ganas de desplazarme flotando por las calles de la ciudad, me subo al primer microbús que se detiene a dejar un pasajero en un solitario paradero de Avenida 21 de Mayo. Por supuesto, elijo el asiento de la ventana, más o menos al medio.
   Pongo algo de música en mis oídos y por momentos me da la impresión de estar frente a un videoclip grabado en esta ciudad, cuyos fragmentos tejen una historia de difícil interpretación dentro de mi cabeza. Una esquina, un gesto, un perro, un grafiti, un neón. La ciudad me comunica y yo me comunico con este monstruo del cual posiblemente solo seamos sus vísceras, o bien su sangre envenenada. El rostro dibujado en el aire por un nudo de cables sobre calle Maipú consigue sacarme de estas cavilaciones, impulsándome a mantenerme en circulación, aunque desconociendo el destino último que tendrá este recorrido.
   Me bajo en un paradero cercano a la Universidad del Bío Bío, cruzo la calle e inmediatamente me subo a otra micro. Intuyo las arterias que recorreré, y me genera cierto placer pensar en que seguiré alimentando mi mirada con las sugerentes visiones de aceras y galerías. A esa altura, ciertamente, estoy decidido a dejarme llevar por mi extravío. Paso frente a la Plaza Acevedo, donde un grupo de niños juega en medio de los dinosaurios a escala real. Algunos de los que parecen ser sus padres, por su parte, se toman fotos poniendo la cabeza en sus fauces.


   Algo sucede al llegar al paradero de micros de calle Tucapel y Avenida Los Carrera. De allí arrancan los buses que van hacia las comunas de Coronel, Lota y Arauco. Un par choferes se trenzan a golpes ante la mirada de transeúntes y colegas. De cada diez manotazos, con suerte conectan uno. Nadie se acerca para intentar separarlos. Es probable que a nadie le importe demasiado que se lastimen entre ellos. Creo comprobarlo al ver a dos estudiantes contemplando la grotesca escena y riendo a carcajadas.
   Tomo otra micro y entonces, en el camino comienza a oscurecer y a medida que me acerco a Concepción experimento unas ganas descabelladas de bajarme, de terminar a pie el recorrido que me devuelva a casa. Sin embargo, y como dicen algunos, la noche no asegura ningún retorno. Al pasar por la rotonda Paicaví constato lo evidente. La ciudad se ha vuelto líquida. Por su acuosidad navegan erráticamente algunos individuos que parecen querer desaparecer de la escena que contemplo, volver a casa, asistir a alguna cita, llegar hasta su lugar de trabajo, o simplemente echarse a andar a merced de las corrientes.
   Encontrándome a escasas dos cuadras del paradero de Avenida 21 de Mayo que marca el fin de mi viaje, ocurre algo. Otra micro, con la cual el conductor se ha enfrascado en una frenética carrera a lo largo del viaje, se detiene al lado de la máquina que me transporta, y al coincidir ambas en la luz roja del semáforo, la cercanía de esa otra micro me permite examinar detenidamente a sus pasajeros. Me parece, por un instante, estar frente a un espejo con algún grado de distorsión. Nuestras miradas se entrecruzan y funden como las de peces examinándose desde detrás de las paredes de sus respectivos acuarios. No somos prisioneros entonces. Pero tampoco libres del todo. Solo cuerpos anónimos que alimentan el flujo de esta bestia que nos acoge, acerca y separa, con una frialdad tan ominosa que cualquiera de nosotros, pasajeros todos, estoy seguro daría cualquier cosa por adelantar la incómoda escena, y que la micro continúe su andar, para bajarnos pronto y volvernos a sentir únicos, dueños orgullosos de nuestras soledades, al fin peatones caminando sobre la acera firme y no navegantes de una ciudad que desde detrás de los cristales no es más que un paisaje ruidoso.

(Fotografía de Michelle Foulon)

Columna aparecida en el Periódico Resumen, edición de septiembre de 2014.


viernes, 8 de agosto de 2014

De Concepción y concepciones: primer encuentro de poetas NN


  Estuvo bueno el Encuentro, sobre todo ese sentimiento de ser parte de una generación que se abre paso de forma muy piolita en la escena literaria de Conce (la capital poética de Chile, y a quien no le guste, que se la banque). Siempre es bueno compartir con los colegas. 
  Una lluvia torrencial por poco me impidió llegar, la micro me dejó como a un kilómetro de la U. Católica y la poca visibilidad de la autopista se encargó de agregarle adrenalina al asunto. Pero entrar hecho sopa a un lugar donde se junta un buen lote de gente a leer y escuchar poesía siempre tendrá su gracia. En fin, mis agradecimientos al grupo literario "sujeto a discusión", al Pancho Valenzuela por la imprudencia de soltar a un puñado de orates a disparar sus barbaridades en la casa del señor... cura. 



jueves, 31 de julio de 2014

"Los lacayos", próxima novela en el horno



  Se aproxima la publicación de una nueva novela. Se trata de "Los lacayos". Actualmente se encuentra en proceso de edición editorial, bajo el sello "Ediciones Orlando". Se lanzará conjuntamente con el poemario "Manual de emprendimiento para suicidas", publicado en formato librillo por las "Ediciones Carajo".

  "Los lacayos" la escribí en el primer semestre del 2013, para mejorarla luego a comienzos de este 2014. En este proceso conté con la ayuda de Gabriel Meza, con quien fuéramos socios en la Revista Azoteas. Por supuesto, la acción tiene lugar en Concepción, en un Conce invernal, en medio de temporales y azares, como la lluvia que impacta violentamente mi ventana mientras escribo esto.

  Aquí les dejo una pequeña reseña de la novela. Se avisará oportunamente fecha y lugar de lanzamiento:

  “'Los lacayos'” narra la historia de un grupo de personajes que se debaten entre vivir creativamente o dejarse llevar por el flujo propio de la vida en ciudad. En el fragor de esta lucha, que a ratos se vuelve esencial, pueden ser al mismo tiempo víctimas y victimarios. Víctimas, del culto al progreso y sus presumibles valores y sacrificios. Victimarios, cuando la difícil integración despliega sus ataduras y exige lealtades inquebrantables.
  Claudio Del Monte es un outsider cuya miseria lo empuja a aceptar un empleo detrás de un escritorio y con el debido cumplimiento de horarios. Anastasio, en cambio, es la imagen misma del éxito: joven, admirado, a un paso de formar parte del directorio de su empresa, y con la habitual doble vida que suele coronar a las personalidades avasalladoras. En la vereda de enfrente se encuentran Ramiro Nahuel y Cristina, cuyo compromiso político los lleva a vivir en un estado de permanente paranoia.
  El autor incursiona en una obra que devela ciertos desequilibrios, anormalidades y tensiones subterráneas que tienen lugar en la ciudad, y que se escriben como notas al margen del exitismo proyectado por los letreros luminosos de sus avenidas".


domingo, 13 de julio de 2014

"Conversando un vinito con tres escritores"



El pasado viernes 11 de julio, a las 19 horas en la Galería de Arte Zagúan, ubicada en Rengo 125, se llevó a cabo un encuentro literario llamado “Conversando un vinito con los escritores”. La actividad reunió a los escritores Taty Torres, Reveko de la Jara y Oscar Sanzana Silva. La actividad incluyó un repaso de parte de la obra poética de los autores, para luego dar paso a un divertido diálogo con el público, donde pudieron abordarse los más inverosímiles temas de actualidad literaria. Acá algunas imágenes del evento.