miércoles, 26 de agosto de 2015

LOS INCENDIOS





Por tercera noche consecutiva, la ciudad estaba llena de humo. Se respiraba por todos lados, mientras media docena de incendios forestales producían bellos y terribles resplandores a lo lejos. Estábamos en un pequeño departamento, planificando lo que sería nuestro golpe definitivo. Alguien sugirió minutos antes hacer volar el Banco Estafa. En el transcurso de la reunión, me pregunté varias veces qué diantres hacía allí, con toda esa cantidad de personajes extraños. Había uno, por ejemplo, que tenía el pelo verde petróleo y unos ojos flamígeros. Cuando irrumpió la policía, nos encontró más que preparados. Para entonces, los incendios que rodeaban la ciudad habían hecho lo suyo. Era tal la inminencia del fuego que hasta la gente parecía arder, y que unos cuantos agentes salieran disparados por la ventana y envueltos en llamas a la calle, la verdad, a nadie causó mayor impresión.

(Experimento fallido, 2015) 


jueves, 20 de agosto de 2015

DESCONSUELO



Hasta el día de hoy no recuerdo si él bailaba solo o con aquel pedazo de tocador, desprendido por acción de terceros un día después de la fatal discusión. No sé, tampoco, si la odiaba mientras insistía en apegar su boca a la foto de ella, o mientras refregaba la misma imagen por sus mejillas, como si buscara untarse de alguna bendición, invisible para nosotros. Lo peor, sin embargo, sucedió ya al final de la noche. Lo encontramos en un rincón balbuceando un nombre, una canción y una fecha. El pedazo de tocador había salido volando por la ventana anunciando la proximidad del sol, mientras él insistía en ahogarse en aquel conmovedor charco de lágrimas.


(Experimento fallido, 2015)


martes, 11 de agosto de 2015

ÁLVARO Y NENA




Se trataba de algo así como Álvaro y Nena. Sus nombres estaban escritos en un árbol, frente a la Laguna Lo Galindo. Acaso sería pura casualidad. Hace cuestión de semanas, un tal Álvaro apareció ahorcado del mismo árbol, y una chica a la que apodaban Nena se perdió en las aguas de la laguna. El árbol, en tanto, fue talado poco después, so pretexto de no afectar el cableado que llevaba las telenovelas cebollas hasta las pupilas de las señoras de Barrio Norte, que tal vez algún día soñaron con vivir un amor así de apasionado, como el de Álvaro y Nena.


(Inédito)


miércoles, 5 de agosto de 2015

La noche



Y la muerte era la noche, la gente de esa época lo sabía, y el humo de los incendios forestales se colaba por esa ventana de la Remo Paicaví. Había un grupo compartiendo al interior de aquel departamento. Ellos fumaban, reían, hablaban y bebían. Pero la innombrable tomó la forma de un antiguo rencor. Años atrás, los cuatro amigos sentados a la mesa –como en esa oportunidad– jugaban amistosamente a las cartas. Entonces, uno de ellos quiso quedarse con todo el dinero de la apuesta. Empleó la traición, sí. Pero eso no fue lo peor, sino la presencia de la chica de uno de los traicionados en la cama del vivaracho.  
Y la muerte era sabia, y sirviéndose del despecho acumulado, eligió a uno de esos cuatro amigos sentados a la mesa, como antes lo había hecho con otra media docena de sujetos durante esa tarde. Se coló por esa ventana siempre abierta a la noche, y dio vueltas hasta penetrar en el corazón de la casa encantada. Los humos, las risas, el blablá, la bebida, los gritos y de pronto un mortal silencio. La aparición de un cuchillo que poco antes de concretar su ejecución –clavándose con saña en el pulmón de un desdichado–, insistió en leer su declaración por boca del victimario, como si se tratara de un verdugo del Estado Islámico.
Y la muerte era todopoderosa y no hubo quién pudiera impedir que tomara al apuñalado de la solapa, para llevárselo en andas. Después de la ira, la angustia, el arrepentimiento. Y una carcajada que los tres sobrevivientes oyeron desde la calle, mientras el humo de los incendios forestales seguía conectándolos con el infierno. La gente de entonces lo sabía: la noche era la muerte, y viceversa.
(Experimento fallido, 2015)