miércoles, 30 de marzo de 2016

LA HISTORIA DETRÁS DE "ESCRITO EN EL SOL"




    La historia de “Escrito en el sol” comienza siendo yo muy chico. Varios años después de ocurrida la tragedia, en numerosos almuerzos y cenas familiares me tocó escuchar a mis padres, tíos y tías comentar el caso de esos tres muchachos que aparecieron calcinados en una playa de Buen Retiro. Por aquella época, poco o nada sabía lo que era una secta, aunque debo reconocer que con el paso del tiempo el temita me fue dando vueltas, al punto de llegar a sentir una gran curiosidad por este aspecto de la conducta social humana. Las sectas. ¿Cómo diablos podían arreglárselas algunas personas para convencer a otras de realizar las más descabelladas acciones?, ¿era posible que el ser humano llegase a semejante punto de fe ciega y docilidad? Era espeluznante, claro, pero también fascinante.

    Pasaron unos cuantos años, cuando en un céntrico café de Concepción me tocó entrevistar al destacado dibujante Francisco Zambrano, más conocido como “Frangles”. Fue él quien me trajo a la memoria a aquel puñado de jóvenes que, vestidos con sus túnicas rojas, recorrían el centro de la comuna de Coronel. “Aquel sería un buen material para una novela”, me comentó mientras bebía su cortado.


    Al poco tiempo me cruzaría con otro personaje que acabaría siendo el protagonista de la novela. A él lo conocí en un gimnasio, y debo confesar que lo primero que me atrajo de su persona fue su notable calidad humana, además de ser un ex boxeador que con más de 70 años levantaba más de 100 kilos en banca sin mayores esfuerzos. Eso, sumado a sus delirios mesiánicos y la plena sintonía con la historia que ya comenzaba a tomar forma dentro de mi cabeza, me llevaron a considerarlo para desempeñar el papel principal.

    Pero hay algo más. A medida que investigaba en la vida de los muchachos fallecidos en el ritual, me resultaba imposible no conmoverme con el desaliento que debió haber rodeado sus vidas para llevarlos a tomar semejante decisión. Soy consciente de que existían otras hipótesis para aclarar lo sucedido, algunas que incluso fueron fervientemente defendidas por sus familias, como que la CNI se había hecho cargo del asunto. Sin embargo, y pese a que dejo constancia de que SE TRATA DE UNA OBRA DE FICCIÓN, basada en alguna medida en lo ocurrido sobre la arena de esa playa en noviembre de 1984, traté de apegarme lo más posible a lo que indicaban los informes y peritajes judiciales ordenados en aquel entonces como parte de la investigación.


    Desde luego, la obra no se propone aclarar el misterio. Muy por el contrario, únicamente es mi intención rescatar del olvido este hecho no menor –el primer suicidio ritual ocurrido en nuestro país-, y en cierta medida recoger el testimonio de estos jóvenes, que como muchos de su generación, bajo dictadura tropezaron con la marginalidad, la discriminación y la falta de oportunidades. En cierta medida, la figura de André es la de un sobreviviente condenado a arrastrar el peso de su pasado, como tantos miles de viejos chicheros que aguardan en cualquier cantina de suburbio la oportunidad de contar su historia, que nos guste o no, también es la nuestra.


domingo, 27 de marzo de 2016

PURA CASUALIDAD




No pasó nada, te lo juro.
Que hayamos despertado desnudos uno al lado del otro
no quiere decir -necesariamente- que haya ocurrido “algo”.

No pasó nada.
Que te haya tenido abrazada se explica porque hacía frío
Y además me dijiste que le tenías miedo a la oscuridad.

Que no pasó nada, te dicen.
Que es una pura casualidad que sigas a mi lado;
Que nos hayamos olvidado el desayuno y no queramos levantarnos;
Que nos pusiéramos a soñar en silencio el uno con el otro,
Y que imaginemos secretamente que la vida podría ser más dulce y
                                       menos dolorosa
después de los tibios rayos del sol que nos sonríe esta mañana.

En serio, no pasó nada.
Así que tranqui.

(Inédito)


miércoles, 23 de marzo de 2016

BRUMA




Un edificio se aparece entre la niebla. Él intuye que podría tratarse de un espejismo y no se aproxima, pese a que una señorita sin rostro le hace señas desde una ventana. Al lado, una antena de celular se las arreglaba para suministrar cáncer aprovechando la inseguridad de los informes científicos. El edificio estaba allí y sin embargo él optó por echar a caminar calle abajo, manos en los bolsillos, dientes apretados. Todo temeroso, y con un coro de voces angélicas hablándole dulcemente del fin de los tiempos. 
(Inédito


domingo, 20 de marzo de 2016

FE EN LA HUMANIDAD





    No puedo dejar de pensar en lo que me confesara aquel sujeto hace un par de noches. Parapetado detrás de su cerveza, disparaba dardos de odio contra todos y contra todo. Según su punto de vista, era ridículo llegar a creer en alguien o en algo que estuviera fuera de sí mismo. Algunas de las cosas que decía me hacían sentido, pero tiendo a desconfiar de las personas demasiado serias, y este tipo apenas si dejó ver una sonrisa en todo el rato que estuve junto a él. Tal vez esa fuera la razón por la que –además de escucharlo- me dediqué a apurar las bebidas… 


    Es cierto que todo apunta a que desconfiemos poco menos que hasta de nuestras madres. Mirar las noticias es un ejercicio tragicómico, y sin embargo, aquí estamos. El mundo sigue su curso con una legión cada vez más grande de cristos sufrientes deambulando por sus ciudades. Cierto es también que para la mayoría las cosas no andan nada de bien. Desempleo, estrés, ansiedad, precariedad laboral, exigencias absurdas como el éxito y la acumulación de bienes materiales, y un larguísimo etcétera. Y además, cómo no, el mantener una apariencia de cordura cuando solo basta despabilarse un poco para darse cuenta que casi todos parecen haberse vuelto locos.

    
    El sujeto del bar dejó de hablarme un buen rato y se dedicó a escuchar al grupo que improvisaba un jazz de lo más decente. No era ningún sabio entonces ni tampoco lo sería, pero creí comprender toda la tristeza que se ocultaba detrás de ese silencio.

    
    Ignoro cuál sea el nombre del juego que jugamos, pero a veces pienso que es posible arrebatarle algún sentido a todo esto que, aparentemente, no lo tiene. Y es que tampoco soy bueno confiando, y estoy consciente de que las quemaduras son inevitables al lanzarse ciegamente a la vida, al entregarse a cualquier búsqueda.


    Aunque quizás también se pierda algo al no confiar. Estar bloqueado emocionalmente es lo peor; creerse un monstruoso mono de nieve condenado a atravesar el desierto con los dientes apretados, envenenándose con sueños de sol y espejismos. Así es que, después de todo, la fe en la Humanidad puede que sea algo de lo más irrelevante. Habrá un grupo de canallas intentando cagarse en los demás, tal como acostumbran a hacerlo los políticos y empresarios, y alguno que otro arribista desclasado. Pero quizás, paralelamente, también haya un puñado de mujeres y hombres buenos. Y por ellos tal vez valga la pena continuar resistiendo y, por qué no, construyendo en conjunto un mundo más justo que éste.


    El sujeto se marchó del bar mientras yo fui al baño, y me dejó a cargo de la cuenta. Entonces comprendí la razón de su desconfianza. Se veía a sí mismo en todo el mundo. Poco antes de vaciar inútilmente mis escuálidos bolsillos, anoté en una servilleta lo que creí una moraleja: mantén la guardia alta hasta que le miedo pase; sí, pero ten en cuenta que abrirse a nuevas emociones algunas veces justifica tragarse un par de golpes. Y si entre golpe y golpe la vida nos regala alguna caricia, acaso haya valido la pena sentirse un poco machucado, pero vivo.



martes, 15 de marzo de 2016

LA IMPUNIDAD DE LOS MALDITOS





La diosa me habló a través de un vaso plástico
Unido por un hilo con otro, dos o tres paredes más allá
Fue eso, o nuevamente las pastillas
Me jugaron una mala pasada
Una cosa es cierta:
aquel vaso plástico guardaba una verdad
Que muchos podrían abominar
La solución consiste en multiplicar los vasos
Hasta intoxicarse de verdades
Para evitar que el silencio se imponga
Y con él, la impunidad de los malditos.

(Manual de emprendimiento para suicidas, 2014)