sábado, 29 de octubre de 2016

SIN ESTRUCTURA




Sin estructura. Como detenerse un instante a contemplar un paisaje que no acaba de gustarte, pero que al menos luce bastante mejor que todo lo que dejaste atrás. Es difícil jugar a prenderle fuego a la mente y después pretender no enredarse con las cenizas. Así las cosas, lo mejor quizás sea buscar un lugar limpio y no demasiado sobrio donde despojarse para siempre de la mirada desesperada, que por tanto tiempo de más habitó tus ojos.
Andar por la vida sin estructura no implica suspender la crítica siempre necesaria, sino más bien sacrificar algo de preocupaciones para intentar hallar de nuevo el compás. Alguna vez leí que todas las personas tenemos nuestro propio ritmo, frecuencia o vibración (usa el término que más te acomode). Cuando nos sentimos libres y felices, la vida pareciera querer susurrarnos al oído cosas absolutamente imprescindibles para nuestro crecimiento personal. Nos volvemos creativos en las dimensiones que lo deseemos.  Haz el ejercicio, obsérvate, analízate. Somos felices y creativos cuando experimentamos la belleza de sentirnos liberados de estructuras, como respirando los humos sabrosos de un adorable caos…
Como una pluma que cae sin la menor preocupación desde el alto cielo. Mirarse a uno mismo y que la imagen se desvanezca como en un sueño acogedor. Sí, andar sin estructura podría llevarnos a no aceptar la realidad sino en su lado más irreal. En esto no hay acertijo, sino únicamente intuición. Pues bien, sin estructura buscamos refugio para esa pluma, contemplamos su caída, caemos con ella, caemos en ella.
Preparando la cabecita para cosas realmente necesarias. Alimentarla, nutrirla; asumirse animal medianamente civilizado, ser humano en vías de desarrollo, y comportarse como tal. Ya no voy en busca de fórmulas mágicas, sino de amaneceres. Y que el único costo de semejante operación sea despojarse de la arrogancia y la preocupación estéril.


“Puedo vernos a todos algún día, bailando en una calle antes vacía”, me murmuró un vagabundo que sonreía afuera del Malpaso. Elegí creerle y llegué a desear que aquel baile colectivo tuviera lugar pronto. Danzar con los sentidos escamoteados, y que cada movimiento sea descubrimiento, aprendizaje, revelación. Incluso, experimenté ganas de rayar un muro con el anuncio de aquel cristo mal agestado. Pero alguien se me había anticipado con otro importante anuncio en la Rotonda Paicaví:
“Amanece en tu mirada”

Estructuras se caen a pedazos, como las instituciones que siempre han regido nuestras vidas como ciudadanos. Y hay quienes se desesperan, pues no conciben otra cosa que repetir rituales anticuados y roñosos. ¡Cómo cuesta pensar por uno mismo, cómo nos asusta! Pero bueno, poco a poco se acaba el miedo, se toma conciencia y se actúa. El espectro del poder seguirá ahí, claro, pero es nuestra pega dar el salto y enfrentarlo.
No va quedando estructura posible a la cual aferrarse: ni política, ni espiritual, ni de ningún tipo. Únicamente nos queda un camino que se abre ante nuestros ojos y que debemos trazar con nuestros pasos, así como los residuos de un temor que nos impedía iniciar su recorrido. Llega el momento de avanzar dejándose fluir, de ser uno con el viento, con el mundo; agente de cambio que festeja en el fondo de lo que queda de su alma que después de tanta noche, al fin ha amanecido en su mirada.



martes, 25 de octubre de 2016

DISPAROS




No sé si fueron disparos, fuegos artificiales o balines de plasma. Lo que sí tengo claro es que esos destellos provenían de la Rotonda Paicaví. Estábamos con unas cuantas fumadas en el cuerpo, es verdad, pero los perros de la calle no mienten, y se pusieron a aullar demencialmente. Si hasta el viejo loco que duerme en las escalinatas de piedra despertó sobresaltado. Y eso que yo siempre he envidiado la profundidad que debe alcanzar el sueño de ese caballero…

(Inédito)

lunes, 17 de octubre de 2016

LA PUERTA FALSA




De que había una puerta falsa en la picá de calle Galvarino con Heras, la había. Puedo afirmarlo pues vi escaparse por allí un par de veces a su dueño, que en los años duros fue perseguido por la policía. Lo más curioso es que años después un viejo que perteneció a la CNI comenzó a frecuentar el bar. Al parecer, se había criado en ese barrio, y después de deambular por todo Chile llevando los mil y un horrores, regresó a su lugar de infancia. Algunos abuelos que se sentaban a fumar en la Plaza Condell le hacían el quite cuando lo veían pasar.
El caso fue que esa puerta falsa también la usó un día la hija del viejo CNI. Para desgracia de su padre, la mozuela le salió punketa, y fue a parar una lluviosa noche al antro que frecuentaba su progenitor. Para serle honesto, venía raja de curá, y aparte, me atrevería a decir que despechada, porque se mandó los dos primeros pencazos como si fuera agua.
Era harto buenamoza la caura, para qué vamos a andar con cuentos, pero estaba más chiflada que el mismo diablo. No sé de dónde habrá sacado la plata, pero nos invitó a todos una ronda, a cada sorbo se quitó algo de ropa y el último brindis fue por la soledad. No se equivocó, si allá dentro no somos más que un montón de viejos culiados que nos juntamos a hacer convivir nuestros fantasmas. El caso fue que el viejo CNI venía en camino, y le puedo asegurar que ninguno de nosotros había tomado tanto como esa noche, porque ella era como un ángel allí en medio, y necesitábamos estimularnos para saber que seguíamos vivos y no era na’ un sueño.
          Borrachos como estábamos, la ayudamos a salir por la puerta falsa. Incluso le devolvimos algún dinero para que comprara pan y té. Ella se despidió de un beso en la mejilla uno por uno. Cuando llegó su padre,  claro,    nos    hicimos  los  huevones  diciendo   que   el   Viejo Charly estaba de cumpleaños, para justificar nuestras inconfesables sonrisas.

(Fábula del buen bandido, 2013)


miércoles, 12 de octubre de 2016

CUARTO EN DESUSO




Después de hoy,
con nuestras fotos
Podrás hacer un collage de tus pesadillas
Tendrás, además, material para tus obras:
La vista de este cuarto de paredes
agrietadas por la humedad
El tibio rayo de sol cayendo sobre ti
A las once en punto
A menos que llueva, y entonces
Siempre podrás darte una ducha entre las sábanas.

Nena, un día jugamos a ser uno
Y tú te me partiste en dos
Te perdiste
Como un terrón de azúcar
Dentro de la taza de café que compartíamos
Después del amor;

Puedes fundar, qué sé yo,
Una orquesta de instrumentos mudos
Para interpretar
La sinfonía de las noches que te esperan
Ahora que decidiste aislarte del mundo
Y sacar a bailar a tu fantasma
Dispuesta a entregarte a sus brazos
Hasta que el amor vuelva a invadir tu piel. 

(Manual de emprendimiento para suicidas, 2014)