domingo, 29 de diciembre de 2019

"Laguna de los Negros": la novela y sus momentos


La idea de incorporar en algún escrito la rebelión del grupo de esclavos senegaleses que acabaron en el fondo de la Laguna de los Negros rondó por mi cabeza varios años antes de comenzar su escritura. Debo admitir que, como suele ocurrir, los propios acontecimientos se fueron precipitando hasta hacerme cumplir con dicho cometido.

No es ningún secreto que me gusta la historia de Concepción. No hablo, desde luego, de la historia “oficial”, plagada de caudillos militares y de aristócratas. Aquellos pasajes me parecen francamente irrelevantes al lado de las otras historias. La del pueblo humilde y luchador, la de sus héroes y heroínas anónimas, la de sus territorios. En cuanto supe de lo ocurrido en la embarcación Trial, cuya tripulación española sufrió el motín del cargamento de esclavos que transportaba frente a las costas chilenas, estuve seguro que nunca más volvería a caminar por las calles Cruz, Caupolicán, Prieto, Bulnes, Rengo, Lincoyán y alrededores, sin imaginarme los espíritus luminosos de aquellos esclavos que pagaron con su vida el precio de su libertad.

Creo que nunca antes me había emocionado tanto al escribir algún pasaje de novela como la descripción de lo acontecido con estos esclavos y esclavas. Todo tiene su momento. “Laguna de los Negros” comenzó a escribirse el verano de 2018. Entonces estaba inmerso en la disputa vecinal que nos enfrentaba como comunidad contra las inmobiliarias y sus cómplices en el poder político.


No negaré lo extraordinario que me parecía el poder vincular el testimonio de esta lucha social con lo ocurrido a bordo del Trial. En conjunto con la editorial Confinsur –a quienes agradezco infinitamente haberme dado la posibilidad de que esta novelita viera la luz-, fijamos la fecha de lanzamiento para la tercera semana de noviembre. Tendríamos la mitad de octubre y la mitad de noviembre para la difusión. Además, la novela en cuestión saldría en un momento clave en temas de ciudad. Estábamos entusiasmados. Y entonces se vino el estallido…

Creo que no puede haber un mejor contexto para la presentación de “Laguna de los Negros”. Desde el 18 de octubre vivimos en otro Chile; un Chile despierto, rebelde y hermoso. En medio de una movilización que está transformando la brújula que tenemos como sociedad. Un proceso histórico en el que el arte florece y se respira en cada esquina, en las paredes, en las proclamas, en la música y en la poesía misma, que ha llegado para quedarse donde siempre debió estar: en las calles.


Es, por tanto, un tremendo motivo de orgullo poder presentar este libro el próximo 16 de enero en la Biblioteca Municipal a partir de las 18 horas Allí les espero.



miércoles, 27 de noviembre de 2019

Violentistas, lumpenescos y terroristas


No sabría describir de qué manera ocurrió

Pero todas las voces de esa marcha
Se volvieron una frente al coro
De unas cuantas decenas de miles de televisores
Que amparados detrás de rostros acicalados 
Y materia gris marchita
Los tacharon de violentistas, lumpenescos y terroristas
Aunque los televisores fueran el terror de los cerebros
Que uno a uno caían bajo su embrujo;

Pero bueno, los gritos de la pobla organizada
Consiguieron hacerle frente al monopolio de las imágenes,
Y pronto las radiografías
se convirtieron en las mejores selfies
Y el mundo entero pareció sonreír en su (ósea) humanidad
Cuando aquel viejo upeliento volvió a gritar:
“¡Patria o Muerte!”.


(Una nueva forma de vida extraña, 2016)


sábado, 16 de noviembre de 2019

Un minuto de silencio para la Vieja Sapa


Exijo un minuto de silencio por todas aquellas almas que durante estos últimos días comprobaron tardíamente su muerte en vida. Un minuto de silencio es el que demando por todas esas horas malgastadas entre matinales idiotizantes y la crónica roja de los noticieros.

¿Es que no se habían dado cuenta? Estas semanas han sido un largo minuto de silencio para aquellos desventurados seres que prefieren ahorrarse el pensar por sí mismos, y en cambio, se autocompadecen predicando la asfixia de sus vidas, emparedadas entre la mediocre y gris normalidad.
¡Marchas, incendios, saqueos, caos, desorden, Revolución!
Voces de un pueblo en lucha, ¡MIL VECES VENCEREMOS!


Señora Vieja Sapa de la Remodelación Paicaví, en esta noche tan especial –entre disparos, gases y sirenas-, vayan pues nuestras condolencias para su alma difunta. Deseo que la vida no la enjuicie con tanta crueldad como usted lo hizo con ese obrero al que entregó a los militares para que fuera baleado y torturado. Deseo que nadie celebre de manera tan vil y cobarde la tragedia que es su existencia, como usted lo hizo con la caída de nuestro compañero.

Finalmente, no puedo dejar de recordarle que su barrio se ha transformado en un bastión de resistencia en esta lucha tan terrible, aunque luminosa que estamos dando. Por usted, por sus hijos y nietos, si es que tiene. La Remo será recordada por haberle dado cara al intento de dictadura de Sebastián Piñera y a su brutal represión; en cambio, usted no será parte de nada, salvo de aquel mundo pequeñito suyo de buenos y malos, de órdenes y reglas, del que nadie en su sano juicio querría participar.

Buenas noches, Señora Vieja Sapa. Que las pesadillas y el miedo le den algún respiro en el que se anime a despertar de su muerte en vida.









(*) Las fotografías corresponden a la jornada artística "Atardecer Poético y Musical en La Remo", realizada el viernes 8 de noviembre en la Explanada, donde ocurrió el sapeo.

sábado, 26 de octubre de 2019

Primeras impresiones de este Octubre Revolucionario o la Primavera Chilena


Francamente no sé cómo diablos empezar a escribir esta pequeña columna. Tal como pasa a muchas personas, aguardé por muchos años este momento, y ahora que todo acontece, a ratos pareciera estar viviendo una ficción, una película, una novela. La curiosa impresión es que los hechos se suceden unos a otros, sin que tengamos la menor posibilidad de incidir en el curso de los acontecimientos.

Sin embargo, lo anterior es solo una ilusión. Chile cambió porque nosotros y nosotras cambiamos. Y cada acto nuestro, por mínimo que sea, tiene por estos días una vital importancia. Vivimos días históricos. Se huele en el ambiente, junto al olor a barricada, a la combustión, a los gases lacrimógenos… El pueblo tomó conciencia de su trascendencia.


Anoche, por ejemplo, al participar en una velatón en memoria a los caídos en estos días de revolución, en la pasarela de la Remodelación Paicaví. Fue un momento mágico, épico, que tal como lo conversábamos con vecinos y vecinas, no olvidaremos jamás. Jamás olvidaremos aquel minuto de silencio más largo de nuestras vidas, entre las sirenas, detonaciones y balazos de la policía y los militares, a poco más de una cuadra de allí. Nos tomamos un minuto, pero nuestros muertos seguían luchando…

Chile se sacude el modelo neoliberal implantado a sangre y fuego por la dictadura. El pueblo se rebela. Somos millones. En esta semana de revuelta he visto mucho más de lo que consigo asimilar. Por cierto, está la violencia y el terror en la respuesta de un gobierno decadente y podrido hasta la médula de corrupción, ambición y desprecio hacia la Humanidad. Una clase política y empresarial que siempre nos vio como simples números, que siempre pensó en el pueblo y sus acciones como simples utilidades. Pero también he presenciado el amor en las calles, la solidaridad entre vecinos y vecinas, amigos, compañeros y compañeras, la alegría y esperanza tan anhelada volver al rostro de nuestra gente. Somos más, somos millones.


Las ciudades de todo Chile han despertado. Nuestra rebelión debería conducirnos a un punto refundacional de nuestra historia. Poco a poco comienza a caer el legado terrorífico del tirano, de sus secuaces y de sus administradores. Chile entero dice no más neoliberalismo. No más ser considerados como una cifra. Nunca más sin nosotros y nosotras. Como decía el sabio verso escrito en centenares de muros a lo largo de nuestro país: “Nos quitaron tanto, que hasta nos quitaron el miedo”. La historia no volverá a escribirse en un triste gabinete o en una reunión de directorio empresarial.


Lamento no tener más tiempo para escribir. Ya vendrán los tiempos para el análisis. Salgo a la calle ahora a organizarnos y continuar la lucha. Vivimos días decisivos. Necesitamos un cambio radical, una nueva Constitución mediante Asamblea Constituyente. Y también necesitamos que nuestro presidente, que en una semana pasó de ser un mandatario inepto a un dictador, valiéndose de la violencia y el terror para conservar su trono, de un paso al costado. Debemos hacérsela más fácil continuando nuestra lucha con más fuerza. Venceremos.



Remo Paicaví, sábado 26 de octubre de 2019.



domingo, 15 de septiembre de 2019

REMO LOVE STORY


La historia es la siguiente. La conocí en uno de los jardines de La Remo Paicaví. Pasé por su lado mientras un vecino insistía en enseñarle a su perro a cagar en el lugar correcto. La sorprendí mirando las nubes, por lo que me senté por ahí cerca intentando copiarle esa mirada ensoñadora que tenía. A mí no me salía, claro, pero supongo que se sintió acompañada porque un par de minutos después se acercó para pedirme fuego. Comenzó a contarme una extraña historia de plantas carnívoras, flores venenosas y un sinfín de criaturas fantásticas que según ella habitaban desde hace mucho la Remodelación. Todavía me acuerdo de lo mucho que me reí. Me dolió la guata de tanta risa. Entre carcajadas seguía relatándome su historia, cada vez más fantástica: que los duendes esto, que las hadas esto otro. A esa altura, el vecino del perro se había dado por vencido y dejó que su mascota volviera a cagarle los zapatos. Yo abrí de pronto los ojos y ella había desaparecido. La busqué por todo el laberinto de jardines, mas solo hallé el eco de su risa entre las ráfagas de viento que se colaban entre los edificios.

(Este microcuento está dedicado a los vecinos y vecinas con quienes dimos vida al Centro Cultural La Remo. La imagen corresponde a la actividad de lanzamiento del Centro, realizada el sábado 7 de septiembre de 2019).


martes, 6 de agosto de 2019

Narrar la ciudad es habitarla


     Comparto aquí esta pequeña reflexión que presenté en la Mesa Narrativa: Memoria y Territorio de la Feria del Libro de Invierno y Encuentro con la Escritura, el pasado viernes 2 de agosto en el Taller del Libro:

   Narrar la ciudad es habitarla. Es recorrer sus esquinas, plazoletas y azoteas buscando algo indeterminable, pero por lo general muy sencillo de descubrir. Es contar la historia de aquellos personajes en los que reflejamos una parte de nosotros. No importa si los amamos u odiamos. Si nos agradan o molestan. Si nos agrada reparar en ellos o si, más bien agradeceríamos que nos fueran indiferentes.

    Y es que detrás de cada ventana, de cada pared, se oculta una historia que bien podría ser la nuestra. De allí que nos seduzca relatar la urbe en un intento de comprender la multiplicidad de existencias posibles en las vidas de nuestros semejantes. La ciudad como desfile de cuerpos, sujetos y mercancías, pero también de sueños, fantasías y mundos posibles.

Quien desde fuera mira a través de una ventana abierta, jamás ve tantas cosas como quien mira una ventana cerrada. No hay objeto más profundo, más misterioso, más fecundo, tenebroso y deslumbrante que una ventana tenuemente iluminada por un candil. Lo que la luz del sol nos muestra siempre es menos interesante que cuanto acontece tras unos cristales. En esa oquedad radiante o sombría, la vida sueña, sufre, vive (Baudelaire, LAS VENTANAS, Spleen de París, 1869).

     Y discúlpenme la herejía de citar a un poeta en un escrito que convoca a la Narrativa. Empero, bastante íntima ha de ser igualmente la mirada del narrador o narradora cuando captura aquello que su instinto juzga digno de ser contado. A la hora de elegir mis personajes, no obstante, miro hacia mi interior y encuentro lo que me conecta con cada uno de ellos. Yo escribo acerca de “los nadie”, como refiere Galeano, “aquellos que valen menos que la bala que los mata”. O como señala nuestro queridísimo Alfonso Alcalde:

No son lumpen. No son proletarios ciento por ciento. No son militantes comunistas tampoco. Es la gran masa de gente sencilla que lucha por sobrevivir, lucha contra el destino, contra las dificultades, contra la pobreza, su gran drama.
Soy uno de ellos [...] puedo estar en cualquier parte como en mi casa, con cualquiera de ellos, que son los más marginados de todos los marginados. No tienen nada. Solamente tienen la transparencia de la fantasía de vivir (Alfonso Alcalde, entrevista Diario El Sur, 1992).


    Tener bien calibrada la brújula nos permite evitar desequilibrios y extravíos. Escribir es también resistir. Territorio y Memoria. El espacio, el refugio, el domicilio, el hogar querido, las zonas prohibidas, los pasadizos secretos, los pasajes hacia otros mundos, hacia otras realidades, físicas y etéreas. Porque la ciudad se habita igualmente en el imaginario, en los sueños (¡vaya delicia de aventura!), en las ideas, en las utopías, en la liberación. Y la memoria es aquello que nos conecta, que nos tiende puentes y muchas veces hermana en orígenes, identidad y circunstancias. Es decir, que la ciudad palpita a través de nuestras letras.
    
     La ciudad como territorio y memoria en disputa. La guerra por el espacio y por el sentido común. Hoy por hoy, narrar la ciudad es para mí enfrentarme con acción y palabra a las inmobiliarias y a las autoridades cómplices de su depredación, y que actúan como sus empleados. En Concepción se libra en este preciso instante un combate entre sus habitantes y la Cámara Chilena de la Construcción; entre el buen vivir y la avaricia empresarial. Escribir es, entonces, una herramienta que no ha de ser subestimada. Y un arma dispuesta a ser empuñada por quienes estemos dispuestos a dar cara a quienes ostentan y administran el actual modelo neoliberal.


    En síntesis, se trata de escribir desde y para el Territorio; desde y para la Memoria; desde y para ese Pueblo del que somos parte. La forma en la que contamos nuestras historias bien puede albergar un corazón transformador, que palpitará en la conciencia de quienes posen la mirada en su valiente relato.

    Muchas gracias y bienvenidos y bienvenidas a la Mesa Narrativa Memoria y Territorio.


Concepción, viernes 2 de agosto de 2019.




domingo, 28 de julio de 2019

Se viene la Feria del Libro de Invierno y Encuentro con la Escritura


Este viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de agosto se viene el que sin lugar a dudas será el evento literario más importante del 2019 en el Sur de Chile. La "Feria del Libro de Invierno y Encuentro con la Escritura", organizada y completamente autogestionada por el Taller del Libro, acogerá a más de cuarenta escritores y escritoras de nuestro país, y promete ser una auténtica fiesta de las letras.

En la ocasión tendré el honor de coordinar la "Mesa de Narrativa: Memoria y Territorio", en la que tomarán parte las narradoras Ingrid Odgers y Elisa Monti, y los narradores David Avello y Muñoz Coloma. La mesa tendrá lugar este viernes 2 de agosto, a partir de las 15.30 hrs.

¿Dónde ES? Galería Alternativa Plan B, Orompello 658, Concepción Centro.

Prohibido faltar a esta importante cita con la Literatura. Nos vemos pronto.



miércoles, 24 de julio de 2019

ÁNIMAS


Estoy convencido de que algunos muertos sonríen
                   al verse liberados de su prisión de carne
parece justo soñar con una alegría
                          tal vez a destiempo, quizás solitaria.
Pero pudiera ser que exista alguna plazoleta
                                           un sótano o una buhardilla
donde poder echar un descanso y algo más

                     entre vuelta y vuelta, en medio del éter. 


martes, 16 de julio de 2019

¿Te atreves a deambular entre los versos del bosque y de la bruma?


      Nunca he entendido por qué no se me da tan fácil escribir acerca de mis propias obras. Para colmo, el asunto se vuelve peor en el caso de los poemarios. Pero estoy contento de poderles ofrecer en fecha muy próxima un nuevo trabajo llamado Bosque neblinoso, en formato papel (librillo) y digital (ISSUU).

    Acerca de cómo nació Bosque neblinoso, escribí algunas palabras en lo que será la contraportada del librillo:  
Los poemas que componen esta obra corresponden en su mayoría a escritos registrados a la rápida en croqueras de bolsillo, entre dibujos, aforismos y anotaciones diversas.

      Bosque neblinoso es una oda al deambular por el bosque urbano, por sus alturas, azoteas y extramuros, escrita en clave psicotrópica. Contemplación, deleite y anotación. En los últimos dos años he llenado varias croqueras intentando capturar aquellas deducciones que casi siempre saltan a destiempo ante nuestros sentidos. Una exhaustiva revisión de ellas me condujo a la publicación de este poemario.


      Reconozco que dentro de mi producción poética estaba en deuda con los árboles y con las aves. Existe en la fuerza creadora de estos importantes personajes de mi cotidianeidad una influencia que no puedo negar. Sobre ellos, ya lo sé, se han escrito miles de versos a través de la historia. Y, sin embargo, nos siguen evocando lo que tal vez desearíamos fuera una extensión de nuestra propia humanidad. Me explico. Por una parte, el vuelo de las aves por el cielo -sea majestuoso o travieso- me parece un acto poético en sí mismo; desde luego, volar para nosotros es una condición inalcanzable y, por tanto, envidiable. Sería absurdo intentar explicar aquí la fascinación que desde temprana edad experimentamos los seres humanos con la idea de volar. Intuimos lo maravilloso de esta habilidad y no tardamos en asociarla a una condición espiritual, tal como lo hacían nuestras machis.

     En tanto, es un hecho que los árboles se alzan buscando la luz, consumando de igual modo su existencia en la búsqueda de habitar las alturas. Los árboles, no obstante, afirman en la tierra su esencial altruismo. Es por ello que sus raíces les recuerdan sus orígenes, y desde allí alzan su particular vuelo. ¿Serán las aves y los árboles los más grandes poetas de todos los tiempos? Como seres vivos, su habitar está cargado de imágenes capaces de evocarnos ensoñaciones para nuestro gusto e incluso para nuestro espanto (recuérdese el cuervo de Poe).
¿Tienen los árboles el deber de compartir con nosotros su sabiduría? Lo más probable es que nuestro sea el deber de escucharles. Éste es el relato de una travesía por el medio de un bosque que es en realidad la ciudad misma. Es, por sobre todas las cosas, una invitación a viajar hacia el interior de nuestra propia cotidianeidad.


     Cada uno de nosotros y nosotras esconde un bosque en su interior. Hay quienes consiguen aventurarse en él y salir victoriosos. Otros, en cambio, desesperan sus vidas intentando hallar de una vez por todas la salida. En mi caso, me resulta más que suficiente haber encontrado un pequeño claro, como testimonia este libro, desde el cual apreciar en su justa medida el camino avanzado en medio de su espesor. Y la neblina tampoco es casual. Si bien dificulta la travesía, su opacidad cubre de un halo espectral todo el transitar, al punto de que realidad y ficción, sueño y lucidez, día y noche, delirio y razón, parecen ser dualidades absolutamente obsoletas en el espesor verde niebla de este bosque.
Entrar al bosque neblinoso. Escuchar el susurro de la bruma. Dejarse conducir por sus visiones fantasmagóricas. Hallar un claro. Encontrarse a uno mismo. Salir del bosque neblinoso.


      Vaya dedicado este libro, pues, a los árboles y a las aves, a las que vemos en la altura y a las que intuimos en nuestro interior; también a quienes transitan hoy por bosques neblinosos, pues me siento profundamente hermanado a ellos y ellas. Después de todo, la poesía es el lenguaje más íntimo y sincero en el que podemos comunicarnos. Que así sea.



martes, 11 de junio de 2019

lunes, 27 de mayo de 2019

EL AGUA Y LA LUNA


Nunca me he sentido un hombre ordinario. Incluso cuando camino por las noches en dirección a mi hogar, lo hago con la seguridad de estar en el lugar y el momento perfecto. Y eso, claro, me distingue de otros seres humanos. De niño siempre tuve muy claro que la única forma de conseguir lo que uno se propone en la vida es pagando su precio, y ya de grande comprendí que éste inequívocamente resultaba ser la soledad.


Eso sí, para batírselas solo uno debe endurecerse lo suficiente, hacer oídos sordos de lo que dice el resto, no ceder a lo que los demás pretender hacer de uno. Aquella fue mi elección, el camino propio. Pues bien, digo esto porque el proceso antes descrito me llevó a ser quién soy, con mis innumerables defectos, pero también con mis virtudes. Dentro de ellas, el escepticismo ha sido crucial. A muy poco de andar aprendí que el mejor antídoto para la frustración es no esperar nada de nadie. Rara vez he llegado a creer en algo que no haya podido comprobar por mí mismo, lo que, supongo, me otorga alguna autoridad para contar lo que comenzaré a relatarles.

Ocurrió una madrugada de mayo, hará cosa de dos o tres años atrás.  Iba yo caminando de regreso a mi hogar, tras haber acabado mi turno en una gasolinera de la Avenida Paicaví. Como es usual, procuro llevar conmigo una petaca de pisco o alguna bebida lo suficientemente espirituosa como para paliar el frío nocturno de esta ciudad.

Normalmente, me dirijo algo presuroso a mi casa, consciente de que el mejor premio para un obrero solitario consiste en permitirse un merecido descanso. La tibieza de mi cama era, pues, la única imagen que llevaba en mente. Y, desde luego, me parecía el motor más poderoso de todos para dirigir mis pasos en aquella húmeda madrugada. Sin embargo, al pasar frente a la Laguna, sucedió algo extraño. El cigarrillo que acostumbro a encender a veces por el solo placer de dejarlo consumirse entre mis dedos durante el camino, se me resbaló y cayó al suelo. Me detuve a recogerlo, y al incorporarme noté por primera vez la belleza de luna que se permitía tener en sus cielos esa gélida madrugada. Era una luna llena tan grande, que hasta me llevó a liberar una risita nerviosa de incredulidad frente a su luminosa belleza. Me pareció en ese momento que debía aprovechar lo que me quedaba de cigarrillo y petaca en su contemplación. Para ello, me acerqué hasta los bancos de madera que están en el borde de la laguna, y me detuve a recrear mis ojos con el fantasmagórico resplandor que producía la luz de la luna sobre sus aguas brumosas.


Suficientes explicaciones les he ofrecido ya acerca de mi bien ganado escepticismo sobre todo aquello que no consiguen explicar mis sentidos. Pero es en este momento cuando me veo en la obligación de volverme sobre mis palabras y contarles de una buena vez lo que el destino me tenía preparado en esa insólita madrugada. Permanecí de pie algún par de minutos en la orilla de la Laguna, que a esas horas estaba en la más absoluta soledad. Y entonces, el horror. Podría jurar que de entre el vapor que se levantaba desde la superficie de las aguas, bajo el reflejo de la luz lunar, emergió como proveniente del fondo mismo de la laguna una figura semihumana.

La figura correspondía a un cuerpo doblado en dos, luego en cuclillas, pero no fue hasta cuando se puso completamente de pie que pude comprobar que se trataba de una joven menuda y pálida. Con solo recordar la escena, aún puedo sentir el mismo escalofrío que me recorrió entonces de pies a cabeza. Un miedo sobrehumano hizo que el cigarrillo se resbalara de mis labios y cayera al pasto. Tampoco conseguí mirarla a los ojos cuando salió del agua, mientras desafiaba a mi ateísmo rogándole a la Providencia que me librara de aquel súbito horror. Acerca de cómo era, me limitaré a decir que parecía vestir una especie de camisón de color blanco, y que sobre su largo pelo usaba un cintillo de colores algo vistosos, muy posiblemente decorados con flores. Hay algunas flores silvestres bien llamativas en los pastos que rodean la laguna.

Oh, Dios mío, que ahora mismo estoy helado hasta los huesos del solo espanto que me produce recordar lo que ocurrió luego. El espectro aquel, salido desde las entrañas mismas de ese mágico cuerpo de agua, caminó en línea recta hacia la Avenida, donde, al cabo de pocos minutos, consiguió que algún inocente se decidiera a transportarla en su automóvil. No consigo entender cómo diablos pudo alguien haber sido tan valiente como para ofrecerle un lugar en su vehículo a aquel terrorífico ser.

No me resulta fácil dar término a esta narración. Me niego a aceptar aquello que mis sentidos no consiguen comprender y, sin embargo, la presencia de la joven que emergió desde las aguas de la Laguna Tres Pascualas esa fría noche de mayo me perseguirá para siempre. He tenido no pocas pesadillas en las se lanza sobre mí y me ataca salvajemente. En otras, aparece en cualquier parte de mi pequeño hogar, acechándome. Soy quien soy gracias a mi escepticismo, y si bien al comienzo me empeñé en convencerme a mí mismo de que aquello no había sido sino una alucinación, la sensación de horror que al día de hoy me produce su recuerdo, se encarga de demostrarme que no estaba en presencia de una simple travesura de mi mente. 

Algunas noches, en la soledad de mi habitación, poco antes de dejarme abatir por el sueño, llegan hasta mí algunas ideas vagas que procuran inútilmente tranquilizarme. Entonces, rendido ya frente al cansancio cotidiano, me repito que la vida me ha permitido conservar mi guarida en la razón extrema, si bien ha abierto en aquella oscura habitación una ventana no tan diminuta desde donde es posible atisbar otra realidad, a la que no consigo llamar de otro modo que no sea locura.



martes, 7 de mayo de 2019

LA PETACA


¿Habrase visto mejor compañera
para las noches invernales?
En el bolsillo del caminante aguarda
con su plácido y terrible sueño
el momento de reconfortar espíritus y gargantas.
Para animarse a dar el siguiente paso necesario
para no perderse entre la densa niebla
                                                  de las calles de Concepción
ella se ofrece gentilmente de guía.
La petaca ofrece su alma líquida
como refugio del viajero nocturno
amparando a quienes son protagonistas 
                                        de esta húmeda y asfáltica juerga.
Y se anuncia -siempre milagrosa-
como un gratificante pasaje hacia lo incierto.

(Bosque neblinoso, 2018)


"La sobrevivencia de las letras en una era digital en que leer pasó de moda"


Artículo del periodista Mauricio Maldonado aparecido en Diario Concepción, que analiza la supervivencia del libro y la lectura en la Era Digital.

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sábado, 2 de febrero de 2019

RONQUIDOS




     La quería, sí. Y hasta entonces no había experimentado sensación más dulce y acogedora que dormirme abrazado a sus caderas. Pero fueron sus ronquidos los que comenzaron a mandarlo todo al diablo. Aquellos sonidos definitivamente no eran humanos. Una noche me desperté de un sobresalto con ellos, y mientras luchaba por volver a conciliar el sueño, imaginé toda clase de seres extraños, criaturas fabulosas, bestias mitológicas, monstruos marinos. Los visualicé con horror resoplando a mi lado, a punto de devorarme, convencidos de que sería un buen bocado. A la mañana siguiente, despertando todo ojeroso de aquel horrible letargo, solo atiné a decirle: “oye buenamoza, ya no sé si siento lo mismo por ti”.