sábado, 26 de abril de 2014

LA DESPEDIDA




Se la tragó el vacío, tal como lo oyen. Se fugó dejándose caer. No sé si feliz, pero como siempre, hermosa. Se despidió de mí con una seña. Yo con el corazón latiendo a mil, porque me había prometido no dejarla partir sin antes darle un beso. Ya ven cómo ocurren las cosas hoy en día. Todo es demasiado rápido. Mi maldita timidez lo hizo de nuevo. Me quedé como un imbécil mirándola mientras se iba baranda abajo, hasta que desapareció en mitad de aquel breve y vertical infinito, como suelen hacerlo los ángeles. Y sabe, yo estoy seguro de que ella lo era. Estoy seguro, además, de que no fue mi culpa, aunque ustedes me arresten diciéndome todas esas barbaridades: que la dejé lanzarse sobre los autos desde ese puente ferroviario que cruza la Avenida Paicaví, que no hice nada por detenerla, e incluso que la empujé. Pero yo únicamente dejé que se fuera, y volvería a hacerlo una y otra vez, porque cuando se despidió -aunque no lo hiciera con un beso- ella supo que descendería hasta alojarse en mi alma, y que yo estaría condenado a sufrirla por siempre.




miércoles, 16 de abril de 2014

EL DESAMOR DEBE SONAR COMO A VIOLINES




El desamor debe sonar como a violines
Me dije, antes de bajar por calle Freire
En dirección al primer bar que encontrara
El amor es hoy como el eco de un oleaje
Que no termina de desaparecer
Porque buena parte de mis alegrías
Se han quedado en la arena de esa playa
Como colillas de cigarrillo
  o envoltorios de helado;
“Cómase un mariscal, amigo mío,
Acompáñelo de una botella de pipeño.
Qué se le va a hacer pues,
Si cuando hay que olvidar, hay que olvidar”
El cantinero me comprende
Es un buen tipo, me apaña en todas
Me marcho tarde, muerto de curado
Le quedo debiendo
Pero el viento no tarda en traérmela de vuelta
Y pienso en que debería volver al puerto,
  a buscarla, pero desisto;
Cuando era chico alguien me dijo
Que usara mis derrotas para escribir poesía
Que los escritores eran todos
  unos felices amargados
Y yo lo creí entonces:
Llegué a casa a componer unos versos
Que vomité mientras
  me seguía echando tragos al cuerpo
Esta es Ella a la distancia,
  dije mirando el papel
Y de pronto ya no me sentí tan solo
Desaté la cuerda comprada tiempo atrás
En caso de alguna desilusión fatal
Para casos de emergencia
Pero éste no lo era, ¡no lo era!
Mientras toda la mierda que me atormentaba
Se quedase en aquel puñado de hojas,
Que mañana seguramente echaría al fuego,
Tras haberme esa noche salvado la vida. 

(Trayectorias, 2013) 




lunes, 14 de abril de 2014

LOS HIELOS


No existe secreto más inquietante sobre esta mesa
que el de esos hielos que esperan fusionarse con el licor
como quien abriga el extravío o la muerte como última esperanza.
Los hielos, tal como nosotros, no son ningunos sabios:
golpean los vasos con ansia fugitiva
y se entregan sin remedio a la caricia de cualquier boca
Deshaciéndose, irreductibles,
en la noche líquida que finalmente los posee.



jueves, 10 de abril de 2014

PLUSVALÍA




Como cada noche, la veré colgar sus medias en la ventana. Volverá a hacerlo pese a las quejas de la presidenta del edificio, que dice que así le quita plusvalía al resto del bloque. Plusvalía, vaya cosa. Ella colgará sus medias y volverá a ahogar su soledad en un vaso de alcohol. Se sentará en el sillón de mimbre a ver pasar los coches por la avenida Los Carrera. En cuanto el licor haga lo suyo, confundirá el resplandor de algún foco trasero con el paso de un cometa. Y pedirá un deseo.




sábado, 5 de abril de 2014

MAR



Nadie escapa del mar
Piensa en el espíritu de todas las personas 
 cuyo abrazo fagocitó
Y luego
En el misterio de sus profundidades;
El mar fascina como la muerte
Como una madre terrible a la que 
                                                   se ama y teme
Da la vida y mata por amor
La gente de mar lo sabe de sobra;
El mar es un libro cerrado 
 con todas las respuestas
Allá quien ofrende su vida para 
                                                 leer sus páginas
Y morir, hermosamente liberto,
Con el beso de respuestas gentiles sobre
 sus pupilas inertes;
El mar son todos los ojos
                                  con que un día soñamos
Nuestra sequedad evidencia que somos
 una mínima parte de sus aguas
Anhelante de algún retorno salino;
Un día el mar nos arrastrará 
                      al iracundo oleaje de su delirio
Y tal vez entonces acabe por perdonar
Toda ignorancia de la especie 
                      que nos espera en tierra firme.
 
                            (El Culo del Maestro, 2012) 


EL VOLADO




      Nunca supe realmente lo que estaba sucediendo. Siempre he sido medio volado yo. No tuve idea de porqué todos corrían en la misma dirección. Todos para arriba del Cerro Centinela. “Se viene el mar”, me gritó una señora de edad que arrancaba en puros calcetines. Sinceramente, no imaginé que un remezoncito pudiera provocar semejante alboroto. Nos movimos harto, está bien, pero ¿acaso no nos pasamos la vida moviéndonos, sacudiéndonos de un lado a otro, sin tener muy claro hacia dónde saltaremos la siguiente vez que la propia vida nos mande a la cresta? Entonces, ¿para qué correr tanto? Yo seguí mi camino, quería tomarme una última pituca antes de dormirme e iba a tomármela como fuera. Nada me detendría. No hice caso de los gritos de la demás gente, y a poco de andar una bruma media rara no dejaba ver mucho al mirar hacia la Avenida Blanco Encalada. Nada que hacerle.


      Seguí bajando y me llamó la atención que los contenedores estuvieran tan lejos de la playa. Maldije al desubicado que se le ocurrió estacionar su barco en el servicentro. Pero lo peor, lo realmente penoso de la situación, fue constatar que a Don Gilberto se le quedó abierta la llave del lavamanos, y de paso, se le rebasó el wáter. Su cantina había inundado toda la cuadra, y por lo que vi, me hice la idea de que el agua se había llevado hasta el pipeño. Me dio una pena tal, que no pude contener las lágrimas. De un segundo a otro me volvieron los temblores, y de pronto, como que se me movió el piso de nuevo y me caí de rodillas. Se me vino a la mente la visión de todo ese vino corriendo por la calle –figúrese que a esas alturas hasta olía a pescado el vinacho-, y me dio como un arrebato de pena que no pude contener. Arrodillado como estaba me puse a llorar a gritos, desconsolado a más no poder. 


      No sé cuánto rato habré estado llorando, pero fue ahí donde me encontraron esos periodistas con sus cámaras. Para colmo yo me había sonado los mocos con un estropajo inmundo que encontré, y ellos insistieron en fotografiarme así de cagado, y con esa cuestión en la mano. A los días vine a saber que había aparecido en la portada de todos los diarios con una bandera toda cochina, y que mi foto había dado la vuelta al mundo. Yo, para serle franco, sigo sin entender muy bien lo que pasó. Lo único que tuve claro entonces es que los supermercados justo empezaron a regalar mercadería, y yo me aseguré con cuatro cajas de dos litros de tinto. Me encerré en la casa y cuando salí Don Gilberto ya había secado la cagadita que dejó con su wáter. 

                                                                                                        (Revista Azoteas, 2013)


RITUALES



       Corresponde a una novela publicada el 2012 bajo la editorial "Al Aire Libro". Rituales narra la historia de un grupo de jóvenes en medio de una sociedad que parece despertar de su letargo. El escenario de la obra es la ciudad de Concepción post-terremoto, siendo el paisaje ruinoso y la movilización social  sus principales características.

        Aquí un fragmento de su Prólogo, realizado por el docente Rodrigo Alarcón Muñoz:



     "Los “habitantes de Rituales” –su autor y sus personajes- luchan íntimamente por salvaguardar todo lo que hoy está bajo condena, seguramente de muerte: lazos, afectos, memoria, justicia, incluso la moral. Una y otra vez esta lucha se filtra entre las letras como una declaración de principios, como un intento de reparación de las nauseabundas heridas del entramado en que se decanta el relato, el afuera y el adentro del relato, ese gran drama que de tanto verlo y padecerlo, se torna un objeto más del paisaje. 

           Un ritual permite liberar a los individuos, encierra un efecto catártico del cual se desprende una inmensa fuerza capaz de romper con aquello que aprisiona y atormenta. La larga travesía de los personajes de Sanzana, sus imbricaciones inesperadas y sus actos de justicia, son en todo momento parte de un ritual que renuevan cada día los habitantes de una ciudad que maldice a sus habitantes, que los enferma y conduce a la muerte, a la muerte en vida y que lo hace por todas las vías posibles, abandono, locura, traición, amor, trabajo, venganza".

          Si deseas adquirir Rituales y estás en Concepción, puedes encontrarla en la librería Jota Libros, ubicada en la Diagonal Pedro Aguirre Cerda, a pasos de la Plaza Perú. Si eres de otra ciudad, no dudes en contactarnos a través de este mismo blog o al correo  osanzana@gmail.com  Envíos a todo el país. De todas formas, te ofrecemos la posibilidad de leer online  y descargar de forma gratuita una edición digital de Rituales:  






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