domingo, 15 de noviembre de 2015

LA JUSTICIERA



 El asunto olía mal desde el principio. Demasiado bella, demasiado sola y demasiado aburrida. Digo, uno no suele encontrarse este tipo de chica salvo en sueños o en alguna película de Woody Allen. Se lo cuestionó todo antes de girar la manilla y entrar en la habitación. Finalmente, cedió a la tentación. Lo primero que lo deslumbró fue su portaligas de encaje blanco, lo segundo la pistola, y lo tercero, el hecho de que ella abriera fuego sin siquiera preguntarle su nombre. “Seré recordado como un héroe anónimo”, pensó estúpidamente antes de irse a negro.



(Experimento fallido, 2015)



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