martes, 24 de marzo de 2020

HASTA DECIR BASTA


Te golpearon, humillaron, gasearon y mojaron. Hasta que te hartaste de responder a su violencia -a su horror- con simples consignas. Entonces no recuerdas cuándo fue la primera vez que maldijiste a la autoridad, aunque solo alcanzaras a sabotear a su lacayo. Primero fue gritarle en la cara al desclasado ése y que una luma acudiera a su rescate. Viste a todo el mundo cubrirse el rostro para descubrir la realidad. Decidiste no regalarte a la repre nuevamente, y ni cuenta te diste cuando le arrojaste un camote al psicópata que disfrutaba baleando a la gente con su escopeta, como si fuera un puto videojuego. Luego vendría la acción directa, el fabricar muros en las calles con los adocretos de los Tribunales. Más tarde, el desear su presencia en la protesta para poder descargar tu rabia. Un día contemplaste el fuego de una barricada y te maravillaste al encontrar belleza en esas llamas que consumían todas las puertas que la sociedad te cerró en las narices, con el único y brutal argumento del porque para ti, no





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