jueves, 14 de julio de 2016

MAL DÍA




Eugenio debió pensarlo dos veces antes de decidirse a salir de casa ese día. Comenzó  tomando prestadas unas rosas que crecían libremente en la Remodelación Paicaví. Iba donde Catalina. Desconocía por completo que la chica había pasado un excelente fin de semana –que él creyó de llanto y culpa-, en compañía de un amigo de infancia. No tuvo necesidad de cruzar la puerta para que las flores le quedaran de sombrero.
—¡No vuelvas a aparecerte por aquí, ya no me importas, ya no te quiero!—le gritó Catalina desde el balcón de su departamento.

Pero lo peor para Eugenio no fueron los insultos de Catalina, sino aquella enigmática silueta que contemplaba la situación, desde detrás del visillo del que otrora fuese su cuarto.
Se fue de allí con la cola entre las piernas, como se dice, decidido  a  no  saber  nada más  acerca  de   ella.    Pero  claro,  los furiosos recuerdos se rebelaron dentro de sí, llenándole los ojos de lágrimas tan profusamente, que fue incapaz de divisar el auto que se desplazaba por la Avenida Paicaví y que terminó por embestirlo. Es verdad que sufrió lesiones menores, algo de suerte le tocaba al pobre entre tanta adversidad. Lo llevaron al Hospital Regional, donde lo atendió un médico que padecía una resaca descomunal –era domingo-, y lo tuvieron en observación un buen rato.

Salió con la esperanza de recompensarse por tanta desgracia. Para ello se dirigió hasta una concurrida sanguchería del centro. Pidió un par de barros luco con abundante queso. Y bueno, devoró como un energúmeno hasta que descubrió un par de alas pequeñas y delicadas en medio de la carne. No pudo contener el asco y asomaron las arcadas. Corrió hacia el baño con la esperanza de que estuviese desocupado, pero los guardias interpretaron mal el asunto y creyeron estar frente a un creativo perromuerto. Tras sacudirlo y golpearlo un poco, lo arrojaron a la calle. Eugenio caminó cabizbajo hasta su casa, y cuando tropezó con una baldosa suelta y se partió la cara, por primera vez en el día esbozó una sonrisa.



(Cómo matar a tu jefe, 2013)

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