miércoles, 6 de abril de 2016

PERSECUCIÓN




Lo habrá perseguido por dos o tres cuadras, hasta que por fin un semáforo lo obligó a detenerse y ella lo alcanzó. Desató sobre él toda su furia: insultos, patadas, puñetazos y tirones de pelo. Poco antes lo había visto saliendo con otra de un restaurante ubicado cerca de la Plaza Condell; tras seguirlos llegó hasta un motelucho de la Avenida Rodríguez, donde la suerte quiso que se encontrara también con su esposo. El hombre salía en compañía de una joven que hizo todo lo posible para ocultar el rostro al percibir su mirada inquisidora. Pese a maldecirlo, a su esposo lo dejó ir, pero para quien hasta hacía solo unas horas se desempeñaba como su amante, no habría perdón de Dios. Una vez que el semáforo cambió a verde, decidió cruzar la calle junto a él y continuar humillándolo a vista y paciencia de los transeúntes. 
(Inédito)


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